Gudillos

A los pies de la Sierra de Guadarrama, entre frondosos pinares y senderos silenciosos, se esconde Gudillos, una pequeña aldea del municipio de El Espinar. Con apenas una docena de habitantes y una estación de tren que parece detenida en el tiempo, Gudillos es uno de esos lugares donde el reloj avanza más despacio.

Nació como núcleo ferroviario a finales del siglo XIX, al abrigo de la línea Madrid–Segovia y del imponente túnel de Tablada, una hazaña de ingeniería que atraviesa el corazón de la montaña. Hoy, su pequeño apeadero aún permite llegar en tren, como si se tratara de una parada secreta solo conocida por quienes buscan desconexión y aire puro.

Rodeado por un extenso pinar y acariciado por el río Gudillos —que fluye hacia el Moros—, este rincón serrano invita al paseo lento, al senderismo entre sombra y silencio, y al reencuentro con lo esencial. No hay grandes monumentos ni plazas bulliciosas, pero sí el valor de la calma, de la naturaleza intacta y de la memoria ferroviaria que todavía se respira en sus vías.