Segovia, Tierra de Vinos

Segovia, Tierra de Vinos

Aunque la provincia de Segovia no está considerada como una de las grandes zonas enoturísticas de España, pocas provincias del estado pueden presumir de, en sus apenas 24 bodegas, tanta variedad vitivinícola en tan poco territorio.

Se puede decir que no hay rincón de la provincia donde no se cultive la vid, de norte a sur y de este a oeste. Si a ello le unimos su gran patrimonio cultural, paisajístico y gastronómico, nuestra provincia se constituye en un destino idóneo para el turismo de interior con el mundo del vino como centro.

En la provincia se pueden distinguir 3 grandes zonas de importancia vitivinícola, la zona de la D.O. Rueda, situada al noroeste en la Campiña Segoviana, y la de mayor tradición en nuestra provincia; D.O. Valtiendas, la más joven, situada en el extremo norte, y la D.O. Ribera de Duero que roza nuestra provincia en su extremo norte.

Cada una de ellas ofrece una personalidad propia muy marcada y cada una de ellas es diferente a las demás, pero al mismo tiempo complementaria. La elaboración de los blancos en la zona de la Campiña Segoviana se remonta a tiempos inmemoriales, tal y como avalan las innumerables bodegas excavadas en el subsuelo, sin contar otras más grandes como la del antiguo Monasterio del Parral. Alguna de estas bodegas produce aún vino siguiendo los viejos cánones valiéndose de la prensa de viga y canto y su rudimentario sistema de palanca, como ya hicieran los romanos.

Cabe resaltar que el Monasterio del Parral era lo más parecido a una sucursal de los monjes segovianos, residencia de quienes tenían encomendada la misión de gestionar una explotación agraria, que en Nieva, comprendió hasta un total de 85 hectáreas de cereal y 15 de viñedos. Además desde Nieva se llegaron a gestionar las propiedades que el Monasterio poseía en Nava de la Asunción, básicamente integradas por viñedos, con una cantidad que osciló entre 45.000 y 50.000 cepas a lo largo del siglo XVIII.

El vino que se obtenía en el lagar de la granja se enviaba a Segovia, tanto para consumo de los propios monjes del Parral, como para la venta en la taberna que el Monasterio tenía en la ciudad. Actividad esta última beneficiada por un antiguo privilegio de los propietarios segovianos, según el cual tenían preferencia en la venta de vinos sobre los forasteros. Favor del que se aprovechan los monjes como nativos, obteniendo importantes ingresos del vino de esta granja: “La Granje de Nieva du Monastère du Parral (Segovie) entre 1739 et 1808”.

La desamortización de Mendizábal obligó a los anacoretas a abandonar el Monasterio y los Viñedos de Nieva, pasando éste y sus bodegas a la propiedad privada.

La elaboración del vino en tierras de Valtiendas y de nuestro rincón de la Ribera del Duero, se remonta a los monjes Cistercienses de San Bernardo que llegaron en el siglo XII, y que probablemente trajeran las viñas de Francia y Cataluña.