Románico Porticado

Románico Porticado

El románico es considerado el “arte de la repoblación” y las tierras al sur del Duero, fueron repobladas ya desde el s. X por lo que hallaremos manifestaciones tan tempranas de este estilo en el San Salvador de Sepúlveda y en el priorato de San Frutos en las Hoces del río Duratón.

Fue inestable zona fronteriza durante mucho tiempo, por lo que se trata de edificios más defensivos que colonizadores, provistos de potentes torres. En una segunda repoblación van a repartirse tierras, desde el s. XI, entre los hidalgos que se atrevan a permanecer en ellas, creándose los Concejos que no dependerán, ni de nobles feudales, ni de monasterios y que precisarán de lugares de reunión al abrigo del extremado clima de Castilla: para ello se adosará una galería porticada en el lado sur del templo, a modo de atrio, confiriéndole una gran belleza. Cada parroquia representará la identidad social de sus gentes, por lo que habrá una profusión de templos de pequeñas dimensiones, frecuentemente de una sola nave rematada en ábside, construidos en piedra caliza de sillería y de mampostería; en algunas ocasiones aparecerá el ladrillo, aunque su uso se generaliza en tierras donde carecen de canteras.

Sus repertorios escultóricos estarán alejados de la corriente francesa que impulsa el Camino de Santiago, aquí veremos tallas más toscas, temática más rural y repleta de encanto cotidiano. Aunque a veces la galería se ha perdido en parte o modificado, veremos excelentes muestras de este estilo en: Torrecaballeros, Sotosalbos, Pelayos del Arroyo, Turégano, Virgen de las Vegas, Pedraza, Orejana, Duratón, Perorrubio, Sepúlveda, San Miguel de Bernuy, Cobos de Fuentidueña, Ayllón, Maderuelo, Sacramenia, Santa María de Riaza, entre otras.

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